Parece mentira, podríamos creer que es una broma. Sin embargo, en pleno siglo XXI, el hombre ha descubierto que lo mejor que puede hacer para seguir avanzando en nuestra sociedad global es volver a utilizar técnicas antiguas que se empleaban en diferentes partes del planeta.
En Al Andalus, durante siglos los omeyas y almohades emplearon una técnica que les permitía enfriar las estancias de sus casas y palacios en los calurosos veranos.
La técnica consistía en revestir las paredes de las estancias con lienzos de tela de lino. Un pequeño caudal de agua recorría el perímetro de la sala haciendo que el lino se empapase de manera constante por capilaridad desde abajo hacia arriba.  Estos orificios, que a veces eran pequeños y otras veces más grandes, eran colocados estratégicamente en las paredes y creaban pequeñas corrientes de aire que, al entrar en contacto con los lienzos mojados, hacían descender la temperatura. Esto creaba un ambiente húmedo y fresco que mantenía una temperatura agradable y permanente en las diferentes estancias del edificio. El agua seguía su recorrido a lo largo de todas ellas formando un circuito cerrado.
Hoy, observamos cómo los sistemas empleados en los últimos cien años han provocado una enorme crisis climática en el planeta. Estos consumen para su funcionamiento grandes cantidades de energía eléctrica que, a su vez, incrementa aún más el desequilibrio ecológico. Por ello, es hora de repensar, de reinventar y de volver a fijarnos en sistemas y técnicas que nuestros antepasados utilizaban sin necesidad de hacer uso de la energía eléctrica o los gases contaminantes. Técnicas como la del botijo, tan empleada en nuestros pueblos andaluces, nos invitan a reflexionar y a crear nuevos elementos que vayan acordes a la mentalidad del nuevo ser. La refrigeración por absorción, por evaporación, por recirculación y enfriamiento de las paredes, no del aire, serán las nuevas manera de crear espacios confortables…